pequeña Habana. Recibí
la llamada de un compatriota para preguntarme si estaríamos en el mencionado
festival, y la verdad, ni enterado de dicho evento, muy raudo lo googlee para
averiguar y me pareció bastante interesante, encontré información de que un mar
de gente asistía y que Ilustres artistas desfilaron por ahí. Celia Cruz, Chino
y Nacho, El Gran combo, etc.
Aquel día me invadió la
incertidumbre, ¿participo o no? Me
informe y me dijeron que este evento estaba orientado a un público generalmente
cubano, amantes del cerdo asado y de la comida centroamericana. Entonces ahora
había que estudiar a la competencia. Estarían varios stand de Carne Llanera
(potaje típico de las pampas colombianas y venezolanas) Paellas, Cerdo Asado, Carnes a la Estaca, Pinchos, etc. Aquellos eran los platos más parecidos al
nuestro. Mi desafiante ego me alentaba a participar, bueno… ¡La decisión fue
tomada! Ahora a organizarse, ya que iba retrasado y tan sólo quedaban 4 días.
Llegó el gran día y para instalarme tendría
que hacerlo en la madrugada misma del evento, de 12 am. A 6 am. ¿Alguien puede explicarme cómo hacer todo el
setup tan rápido? tenía que llevar todo porque me advirtieron que después de
las 7 am. El tráfico se hacía insostenible en la zona y que no podría meter ni
una carreta… ¡Aquel día fue una total
odisea!
Enrumbando al lugar se reventó la
llanta de la carreta. Troncos de leña, parrillas, todo varado!! A cambiar la
llanta, pero minutos después… “ohh, no
otra vez”…, un boom se volvió a escuchar, no quedo otra que seguir sólo con el
aro, ¡llegamos por fin! ya eran las 5:55 am. Luego de pasar tanto susto buscamos
apresurados el lugar asignado, ¡vaya sorpresa! El lugar estaba ocupado por otro
vendedor. Era hora de buscar a los organizadores, felizmente nos dieron una
rápida solución y nos reubicaron. Al fin pudimos instalarnos y muy rápido
empezamos a aderezar los cerdos para ponerlos al fogón.
Cuatro horas después y ya con
miles de almas que transitaban en el lugar muchos empezaron a tomar fotos a los
chanchos ya cocinados y aun en las parrillas con las brasas. Nadie compraba ni
un plato, solo eran fotos y más fotos, eso ya empezaba a preocuparme, una
importante inversión se había hecho.
Llego la hora del Chancho.
Un grupo de cubanos se animaron y
pidieron los primeros 5 chanchitos al palo, de pronto otro grupo se acercó,
luego, como si se hubieran puesto de acuerdo, más gente empezó a comprar y se formó
la cola, ¡mi rostro cambiaba de semblante!
¡Que rico! ¡Lo mejor del festival! ¡Esto está muy bueno! y el chanchito al palo comenzó a venderse como “Pan Caliente”, una parrilla tras otra fueron desfilando por la mesa de despacho hasta que todo se terminó, fue un éxito total, El Chancho al Palo conquistaba la Calle Ocho, y yo por fin respiraba feliz.
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